Jorge Juan y Antonio Ulloa. Bendito Meridiano (1). La misión geodésica, autorización de Felipe V

BLOG - 13-07-2018

Jorge Juan y Antonio Ulloa. Bendito Meridiano (1). La misión geodésica, autorización de Felipe V

José María Sánchez Carrión

Dr. Ingeniero Naval

Socio de Honor de la Asociación de Ingenieros Navales

Académico de número de la Real Academia de la Mar

Presidente de la Fundación ingeniero Jorge Juan

13 Julio 2018 - Post nº 11.1

 

1. Proemio

Obviamos contar la evolución de las teorías sobre la forma de la tierra, desde  el planteamiento filosófico de Pitágoras a Newton en su Principia Mathematica[1] a las teorías de Descartes,  ni las mediciones de Jean Ritcher que en 1672 demostró que la distancia entre los meridianos cambiaba con la latitud, ni por supuesto, las discusiones que estos planteamientos produjeron hasta que los miembros de la Academie de Sciencie[2] de París decidieron, en diciembre de 1733, realizar dos expediciones geodésicas, una al Polo Norte (lo más cercano al polo) y la otra al Ecuador (Perú). Esta última se le conoce como “Expedición hispano francesa” y en la actual República del Ecuador llaman “Expedición de los Académicos franceses al Perú”[3].

2. Elección de la representación española

Este proyecto de dos mediciones había sido planteado en 1733 por Louis Godin. Tenía como finalidad ver cómo se comportaban los fluidos en movimiento, y “se hace visible o medible ese comportamiento en la figura de la tierra”[4].

Había que elegir un punto cercano al ecuador, ya que la comparación de dos puntos era más efectiva que el método realizado hasta entonces[5]. Estudian las posibles ubicaciones: son descartadas Borneo y Sumatra (sin redes de comunicación a las montañas), África (porque en el ecuador vivían pueblos salvajes que defendían su territorio), la isla de Santo Tomé (por ser demasiado pequeña) o entre la Cayena y la desembocadura del Amazonas.

 

Solo quedaba la opción de Quito, que por estar en territorio español había que solicitar autorización a la Corte de Madrid. Antes debió ponerse en marcha la engrasada maquinaria francesa a través de su embajador Géraud-Claude Levesque de Champeaux[6], pero pudo evitar las suspicacias españolas sobre el riesgo que supondría dejar vía libre a unos extranjeros que husmearían en las riquezas, caminos, infraestructuras, fortificaciones, puertos, cultivos o redes comerciales.

Finalmente, Felipe V acepta la petición de Luis XV y autoriza la entrada de una expedición francesa para viajar a Tierra Firme. Antonio Ulloa[7] lo explica de la siguiente forma:

“Ya es bien sabida en el Orbe Literario[8] la célebre cuestión en estos últimos siglos sobre la figura y magnitud de la tierra, y que hasta ellos se habían creído ser perfectamente esférica, la prolijidad de las ultimas observaciones había hecho concebir los Sabios dos encontradas opiniones, que suponiendo ambas su figura esférica, daba la una su mayor diámetro en los Polos, al paso de que la otra establecía serlo en el Ecuador”.

La segunda se elige, diría Juan y Ulloa[9], porque “la provincia de Quito, en la América Meridional, porque otros, que la Equinoccial cortaba en el África y Asia o se hallaban habitados en bárbaros pueblos o no tenían la extensión necesaria

Los franceses quedaron agradecidos a Felipe V por su entusiasta recepción, al ser mucho más efusiva y entusiasta que la de Suecia, que solo permitió a Celsius que acompañase a la expedición polar.

Para la expedición Felipe V manda, previa petición al Consejo de Indias, el 14 y 20 de agosto de 1734, a todos los presidentes de las Audiencias reales, gobernadores y virreyes que favorezcan en cuanto pudieren la expedición; y cuando contesta a Luis XV, su tío abuelo, exige el cumplimiento de ciertas normas, tanto a las condiciones tendentes a salvaguardar el honor de la Corona, como a que no afectara al comercio peninsular con Ultramar.

Y entre ellas para realizar las necesarias observaciones astronómicas tendentes a perfeccionar la navegación española a las Indias:

Dos de sus más hábiles oficiales, que acompañasen y ayudasen[10] a los Académicos franceses en todas las operaciones de la medida, no sólo para que así pudiesen hacerse con mayor facilidad y brevedad, sino también para que pudiesen suplir[11] la falta de cualquier académico, o de todos (..) aún hacer enteramente ellos solos en caso necesario la medida proyectada, para dar cuenta de ella a la Academia Real[12].

Recibido el permiso del Real Consejo de Indias, los franceses embarcaron en la fragata mercante Potepaix y se hicieron a la vela de la rada de la Rochelle el 16 de mayo de 1735, con rumbo a la Isla de Santo Domingo. Llegaron a Cartagena el 15 de noviembre de 1735, bien provistos de instrumentos y de un número increíble de libros.

La expedición francesa la formaban diez miembros, después de algunos cambios: Louis Godin, astrónomo de treinta y un  años que fue encargado de la dirección de la expedición; Charles Marie de La Codamine, naturalista y geodesta de treinta y tres años, al que se le encargó la administración de los fondos; Pierre Bouguer, astrónomo e hidrógrafo de treinta y siete años; el Abad de la Gribe; Pimodan y Joseph Jussieu[13], médico y botánico de treinta y un años, para analizar la fauna andina con miras a un posible aprovechamiento científico y comercial[14]; Mr, Verguin, ingeniero y constructor; Juan Seniergues[15], cirujano; Théodore Hugot, relojero; Jean-Louis Morainville, dibujante; dos ayudantes Jacques Couplet-Viguier y Jean-Baptiste Godin des Ondonnais, encargados de preparar el terreno, instalar los instrumentos y ayudarles en sus mediciones y siete criados[16] , a los que se unió en Martinica un esclavo indígena.

 

Las diferentes personalidades entre Godín, sabio, bonachón y apartado de las cosas mundanas, Bouguer con un carácter agrio debido a su dolor de estómago y La Condamine, travieso, porfiado, complicado, díscolo, populista y ambicioso, pero ingenioso, con gracejo e intrigante, hizo que llegaran a fuertes enfrentamientos y que la jefatura de la expedición pasase de Godín a La Condamine[17]. Y a partir de la escala Manta en Perú funcionarían como equipos, no solo diferentes sino enfrentados. A La Condamine y Bouguer les unía su desprecio a lo español; pero posteriormente el primero mudó sus apreciaciones y escribió que sus antiguas opiniones las había realizado mal persuadido de otros[18].

En España se buscaron oficiales con alta formación científica pero, al no encontrarlos, se recurrió a la Academia de Guardiamarinas de Cádiz. Patiño debería tener confianza en la formación de la academia, puesto que asumió el reto de que dos jóvenes alféreces de fragata se integraran en un grupo de sesudos y reputados académicos franceses. Dice Julio Guillen que los sabios astronómicos franceses iban advertidos de que deberían actuar con la delicadeza con que debía ser mirada América por todo extranjero y, si estas eran las recomendaciones para unos caballeros investidos de la inmortalidad de la Academia, obligaba a Patiño a realizar una acertada elección de los candidatos. Los elegidos fueron Jorge Juan y Santacilia (veintiún años, subrigadier y gran matemático) y un joven de diecinueve años Juan García del Postigo, pero dilatándose su llegada a Cádiz, se nombró a Antonio Ulloa de la Torre-Guiral (diecinueve años) para sustituirle. Esta expedición, que duró casi una década (regresaron a Europa entre 1744 y 1745), los convertiría en reputados académicos y expertos en geodesia, astronomía, navegación, botánica o construcción naval, por solo nombrar alguna disciplina.

El 3 de enero de 1735 se firman en El Pardo las siguientes órdenes[19]:

El Rey: Por cuanto ha resuelto destinar dos Guardias Marinas para que vayan desde estos reinos a las Provincias del Perú en compañía de los astronómicos y agricultores franceses a quienes tengo concedida licencia para que se encaminen a las mismas provincias a ocuparse en observaciones astronómicas para perfeccionar la navegación en general y especialmente a la de mis vasallos, a fin de que asistan a todas las observaciones que hicieren, y al mismo tiempo he venido en conceder a los citados Guardiamarinas el grado de Teniente de Navío para entender con este carácter, en la expresada comisión con el goce de sueldo (entre otras gratificaciones) de cuarenta escudos al mes, que está signado al enunciado grado de Teniente de Navío desde el día en que se embarquen, que ha de ser precisamente en los dos navíos de guerra que han de conducir al nuevo Virrey del Perú; y hallándose enterado que en el Guardia Marina Don Jorge Juan concurren las circunstancias correspondientes para esta comisión he venido en destinarle para ella y en concederle el referido grado de Teniente de Navío.”

El 4 de febrero se firman unos despachos para aclarar cuáles son las funciones y observaciones astronómicas para las cuales han sido ascendidos y asignados esos sueldos. Se hace hincapié en la licencia para pasar al Perú embarcados en dos buques, el Conquistador de 64 cañones y la fragata Incendio de 50, mandados aprontar en Cádiz para conducir al Marqués de Villagarcia, electo virrey del Perú.

En el real despacho del 1 de abril de 1735 se añade que los costes de los traslados, escoltas y soldados desde Cartagena de Indias, Portobelo y Panamá y desde allí a las provincias de Perú y Quito serán abonados por los Gobernadores de Indias, por cuenta de la Real Hacienda.

El 22 de abril reciben las instrucciones concretas de: llevar un diario de Navegación, presenciar todas las observaciones e informar al Rey (vía autoridades locales de todas ellas), levantar planos de ciudades, puertos, fortificaciones, límites de las provincias, poblaciones, centros urbanos, reseñar las costumbres de hispanos, criollos e indígenas, situación de los indios rebeldes, política de defensa, marítima o social del Virrey[20].

Tanto Juan como Ulloa aludieron su nombramiento en los términos siguientes:

“Cuyo honorífico destino merecimos don Jorge Juan y yo (dice Ulloa) … a practicar varias observaciones y principalmente las que conducían al más perfecto conocimiento de la verdadera figura de la tierra[21]

“La elección (relata Juan) recayó en don Antonio de Ulloa y en mí, aún más por las particulares que en tal dilatado viaje se nos ofrecían examinar, por la recomendación que en sí misma traía tan soberana designación[22].


[1] Newton intenta conocer cómo se comportan las partículas componen la tierra en su movimiento de rotación

[2] Solo las instituciones de la Academia de Ciencias de París y la Real sociedad de Londres se señalan con sus nombres originales en francés e inglés, el resto en español.

[3] El historiador ecuatoriano Federico González Suárez en su obra extensa Historia General de la República del Ecuador, página 89 del tomo quinto

[4] Nuria Valverde, Un mundo en equilibrio. Jorge Juan. (1713-1773).

[5] Estas mediciones eran realizadas en dos puntos de un arco de meridiano y otro de latitud contigua.

[6] Nuria Valverde, Op. Cit

[7] Aunque la Relación histórica del viaje a la América Meridional aparece firmado por ambos; el primer tomo lo escribe Ulloa y el segundo Juan.

[8] Hoy diríamos Comunidad científica.

[9] Relación histórica del viaje a la América Meridional

[10] La palabra “ayudasen” traducida por La Condamine como para “observar” y no “realizar” y que lo importante de cada expedicionario, no estaba en haber trabajado más o menos, sino en la importancia de cada componente en el logro de los objetivos. Como veremos en el post “Las pirámides de Yuruqui” La Condamine realiza unos comentarios hirientes al compararlas con realizadas en el campo de batalla ente soldados y oficiales. También hay que reconocer que La Condamine posteriormente alabó la participación española al mismo nivel que la francesa.

[11] El subrayado es del autor

[12] BN, ms 8428, pág. 26

[13] Nació en Lyon en 1704 y murió en París en 1779. Su vuelta a Francia del Perú hasta 1779

[14] Raúl Hernández Asensio: El matemático impaciente, La Condamine, Las Pirámides de Quito y la Ciencia ilustrada (1740-1751). Procesos, revista ecuatoriana de historia, año 2009

[15] Murió a consecuencia de unas heridas causadas, al parecer, por un asunto de faldas en un incidente de celos en la plaza de toros de Cuenca. Estudiosos ecuatorianos señalan que la reyerta no empezó por celos sino por su arrogancia e imprudencia organizó el motín con pistola y espadachín, de tal forma que Daniel Hoefel concluye que afortunadamente la víctima fue solo la culpable y lo escribe en su Noeveau Dictionnarie. Vol XXVIII, pág. 546

[16] González Suárez habla de “cuatro domésticos”

[17] Julio F. Guillen, Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral y la medición del meridiano

[18] BN, ms 7406, fol 72vº

[19] Hay una segunda idéntica específica para Antonio Ulloa

[20] González, Marcelino: Jorge Juan y la expedición para medir el arco del meridiano. RGM, agosto-septiembre 2013

[21] En el prólogo de la Relación histórica del viaje a la América Meridional hecho de orden de S. Mag. para medir algunos grados de meridiano terrestre y venir por ellos en conocimiento de la verdadera figura y magnitud de la tierra, con otras observaciones astronómicas y físicas

[22] En el prólogo de las Observaciones astronómicas y pisca hechas de orden de S. M. en los Reinos del Perú …. de las cuales se deduce las figura y magnitud de la Tierra, y se aplica a la Navegación, corregidas y enmendadas por el autor



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