Espías y Traidores (4). Los mensajes cifrados de Jorge Juan

BLOG - 17-04-2019

Espías y Traidores (4). Los mensajes cifrados de Jorge Juan

José María Sánchez Carrión

Dr. Ingeniero Naval

Socio de Honor de la Asociación de Ingenieros Navales

Académico de número de la Real Academia de la Mar

Presidente de la Fundación ingeniero Jorge Juan

 

17 Abril 2019 - Post nº 21

1. Introducción

Durante el siglo XVIII la diplomacia y la guerra deberían haber sido las “joyas de la corona” de la política exterior de España del Primer Secretario de Estado Carvajal; sin embargo, Ensenada entendía que sus competencias, definidas en la R.O. de 2 del abril de 1717, le mandaban ocuparse en todo lo que mira a Marina y construcción de bajeles y especificaba entre otras cosas todo lo que tocare a artillería, municiones, pertrechos y fábricas, y estableció un Plan de espionaje paralelo al oficial de la Primera Secretaría de Estado, aunque a veces utilizaba sus mismas vías y agentes.

 

Ensenada pudo dedicar a estos fines recursos financieros ilimitados y hombres de gran valía para la obtención de información sobre enemigos mediante una compleja red de correos, que los enlazaban entre ellos y con los de los embajadores. Estos eran útiles ya que conocían mejor, al menos en teoría, la realidad del país y contaban con los mejores y más rápidos accesos a las élites del poder al que espiaban[1].  

 

Para salvaguardar la confidencialidad de las comunicaciones, incluso las valijas diplomáticas, que solventaron empleando en dichas cartas un lenguaje cifrado que generalmente solo conocían emisor y receptor.

 

2. Correspondencia cifrada

El Rey era el árbitro supremo del poder y su vinculación con sus secretarios era más personal que institucional, por lo que estos se movían en solitario y en un espacio político inestable. Gobernar era administrar relaciones privadas, negociar en vez de mandar. El éxito radicaba en la capacidad de liderazgo, fomento y eficacia de su red clientelar y en la colaboración con otros secretarios.

 

Se negociaban las reales órdenes entre secretarías que a su vez se apoyaban en sus propias redes de patronazgo y amistad, como si se tratase de una segunda corte. Unos giran alrededor del Rey y otros alrededor de “su” secretario. No es de extrañar, por tanto, que la Corte fuese un hervidero de noticias a favor o en contra entre las diferentes fuerzas. Todos eran espías y confidentes. La posición de cada secretario era inestable porque dependía de su propia red y sería arrastrado si no disponía de otros puntos de apoyo. Era parte del juego ¿sucio?  político y diplomático[2].  Era por tanto necesario el empleo de la criptografía para establecer escrituras cifradas. Nadie que no conociese el código podría comunicarse ni entender lo que se trasmitía.

 

Las cartas cifradas acostumbraban a ser muy simples en su versión no cifrada y solían tener una estructura homogénea: Se abrían con una invocación simbólica de cortesía, una cruz o un garabato, después de un escaso formalismo de cortesía se pasaba directamente al texto explicativo, que, si había lugar, acababa con una orden o un dictamen, nueva fórmula breve de cortesía, lugar y día. Al pie del texto aparece firma del autor y el nombre a quien se dirige.

 

Para explicar el mecanismo normal de las claves transcribimos los siguientes párrafos[3]:

“Las claves empleadas eran conjunto de dígitos variables entre uno y cuatro, significando cada uno una letra, siempre en arábigos, una sílaba o una palabra entera, sin que exista correspondencia entre el número de dígitos y de letras; así el conjunto 610 equivalía a la letra “s”, y el 580 a la “r” en una esquela enviada en 1750 por Ordeñana; mientras que en otros conjuntos de tren, el 327 significaba “estado” y el 652 “pliego”. También se expresaban mediante dígitos los signos de puntuación, así el 965 equivalía a una coma u el 99 a un punto.”

“Aparecen también casos de duplicaciones; por ejemplo, (.) los dígitos 39 equivalen a “en”, pero lo mismo significan los conjuntos 874 y 312. Incluso había palabras independientes que se cifraban mediante un único grupo de dígitos, así 103 significaba “a los”.

En la elaboración del código, los grupos numéricos se infizaban[4] de mayor a menos, comenzando por el 0, ordenándose por separado los conjuntos de un, dos, tres y cuatro cifras.

Podrían existir un total de 11.100 combinaciones, 10.000 con grupos de 4, 1.000 con grupos de 3; 100 con grupos de 2 y 10 con dígitos sueltos.”

 

No era raro que se introdujeran variaciones como la supresión de los tratamientos inicial y final y entrar directamente al tema o pasar a la fecha y firma. Ocultar el motivo de la carta y poner algo así como “el asunto que nos ocupa” y utilizar motes para identificar a los personajes: Carvajal era “el tío no hay tal”, Wall era “el dragón, el Cosme o Leman”, la Farnesio la “filosa”, Fernando VI era “filis, dueño, amo o alcalde”, pero el que más motes acumulaba era Ensenada que era conocido por “amigo”, “tirano”, “tinto”, “mogol” o “el gran mogol”.

 

3. La correspondencia cifrada de Jorge Juan

La propia Instrucción Reservada del 27 de octubre de 1748 de Ensenada, explica la forma de proceder Juan sobre el envío de la correspondencia durante su estancia en Londres[5]:

  • Todas las cartas que se escriban de oficio se enviaran bajo cubierta del ministro de S.M. que residiere en Londres, a quien acudirá para recogerlas.
  • Las respuestas o Cartas que se le ofrezca escribirme las entregará también al Ministro de S.M. para que las dirija, pero no con el ordinario porque sin duda las interceptaran en Londres, y por Francia, y si se descubre nada podrá saberse: En caso de que haya extraordinarios, y que sea preciso dar noticias, las pondrá en cifra D. Jorge Juan, sirviéndose de la que acompaña à esta instrucción con la precaución de que no ha de firmar, ni haber en ella palabra clara, sino puros números y en el centro, y no al principio ni fin las fechas y todos en números.

 

A Jorge Juan se le designó el 29 de enero de 1749 un código para usar, que se envió sellado previamente a Wall con tres escudos de lastre a los que se unía un cordón que ataba el librillo. La misiva señalaba que debía hacerse acuse de recibo inmediato, no solo de la misma sino de la integridad de los sellos y del cordón, puesto que hasta la recepción del acuse en la Corte no se empezaría a utilizar. Hasta entonces se seguiría con el código antiguo y se emplearía la frase: que había “asuntos que le comunicaré en breve”.

 

Las cartas de Ensenada desde Madrid a Wall el 29 de enero de 1749 y la contestación desde Londres de fecha 28 de febrero de 1749 dicen lo siguiente[6]:

” Para que V.S y yo podamos tratar reservadamente de los asuntos que le comunicaré en breve, me manda el Rey dirigir a V.S., la cifra adjunta. De que queda copia en la Secretaría del Despacho de Marina de mi cargo, y va cerrada con esta carta, sujeta por las cuatro partes de su tamaño con un cordón de seda verde y blanca, y sellada con tres sellos pequeños en lacre, el primero de las armas de S.M., el segundo del Infante don Felipe y el tercero mío sobre donde ata el cordón y sus extremos con cuya precaución considero que llegará a las manos de V.S. intacto el pliego, de que se podrá asegurar examinado muy bien cuando lo reciba, y ello me dará cuenta V.M. aviso, restituyéndome la cubierta en la que van los sellos que son iguales a los del margen y también la otra cubierta que lleva encima con sello del Rey algo más grande”

 

La respuesta es como sigue:

 “ Por extraordinario, que despaché al Sr. Duque de Huescar el 20 del que expira, me envía S.S. en 25 y llegó aquí esta mañana, he recibido entre las diferentes datas de expedición de V.S (como son desde el 29 del anterior hasta la del 15 del actual) un pliego de la primera continente una nueva cifra, que de orden de S.M., se sirve V.E. dirigirme nuestra correspondencia sobre los asuntos que en breve, y reservadamente, está V.E. en ánimo de comunicarme.

EL todo del Pliego escrito a la vista, y el sello del Rey me llegó bien condicionado y por consecuencia sin viso de haber padecido la violencia menor el interior con los tres Escudos de Armas (de no tan gran tamaño) de S.M., del Sr. infante don Felipe y de V.E. abrazado por todas partes con el cordón de seda verde y blanca, cuyos extremos están asegurados por los dos últimos, y por el primero de la Cruz, que se forma en el medio.

En prueba de lo que manda, restituido este último del cordón, y tres sellos iguales a estos a los que quedan fijados al margen de la segunda llana de la carta de V,E, no pudiendo practicar lo mismo con el primer sobrescrito, que rompí inadvertido y presuroso, y arrojé  al fuego, al que me hallaba inmediato, siendo cierto, como examiné bien, que me llegó ileso: y que en esta conformidad puede, con toda seguridad mandarme cuanto fuere de su servicio y obsequio”

 

Del libro de claves debían existir dos copias, una que tendría Jorge Juan y otra la propia Secretaría de Marina, y en ambas estarían las instrucciones para su uso de las cartas recibidas, los índices de letras, sílabas o palabras enteras ordenadas alfabéticamente, con su correspondiente código de cifrado.

 

El nivel de correspondencia de Juan con Ensenada se recoge en la siguiente tabla[7] y provienen de los legajos del Archivo General de Simancas.

 

Fecha

Leg8

Asunto

1

06.03.49

712 cifrada

Sobre su llegada a Londres y noticias de construcción naval

 

03.07.59

712 cifrada

Sobre la calidad y muestras de nuestros paños

2

09.04.49

233

Sobre contratación a Rooth

3

24.04.49

233

Plano de un navío de Rooth

4

16.06.49

233

Sobre el lacre. Y la salida de dos buques ingleses para América

5

03.07.49

316

Sobre máquinas de limpiar puertos

6

07.07.49

233

Contratación de un maestro de lonas

7


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